El miedo y la ansiedad: Obesidad Descodificada – por Lucas Saa – en Holístic

Especial para quienes se hacen adictos a las DIETAS…(para adelgazar)

Solo con ésta perla me quedo para que podamos dimensionar

lo importante que es superar los MIEDOS:

«…Y… ¿Para qué sirve conocer esto? Si un limón imaginario provoca cambios biológicos en tu cuerpo, ¡imagina los cambios que puede provocar un miedo imaginario!!…»

Abrazo de Luz !!! Thom

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Si bien no es buena idea generalizar al momento de hablar de un desequilibrio fisiológico tal como la obesidad, aquí te propongo una serie de conocimientos para que los compares de acuerdo a la vivencia, sentimientos, sensaciones y emociones que encuadran esta condición en tu vida.

A la consulta holística llegan muchas personas con este “problema”, la obesidad, el exceso de peso, y aunque pocos se atreven a contar sus verdades, incluso a enfrentarse, o como me gusta decir, a “volverse conscientes de sus inconsciencias biológicas”, el panorama se torna claro y alentador una vez cruzada la barrera del miedo.

Lo primero que debo entender, es que la obesidad no es algo malvado, no es mi enemigo, no es una maldición o algo negativo sobre lo que deba sentirme culpable o víctima. Nuestro cuerpo genera situaciones de protección todo el tiempo, y en este caso, el exceso de peso ha sido una defensa natural que mi cuerpo desarrolló como respuesta a un problema, a un drama que he vivido (o estoy viviendo) y del cual yo no he podido librarme con mi mundo mental, es decir, viví una situación estresante, de la cual no pude defenderme con mi intelecto, en cambio, me defendí o adapté con mi cuerpo, claro que de una manera inconsciente para mi psiquis. Por lo tanto, el primer término hacia la curación es ser plenamente consciente de que la obesidad es algo (ni bueno ni malo) que sucedió para protegerme.

Mi cuerpo no es mi enemigo. Si manifestó algo, en este caso el exceso de peso, fue como solución de algo forzosamente peor. En su momento fue bueno y estuvo acorde a las necesidades. El problema es que ya no lo es, ya no me sirve, ya no me parece bueno. Fue una solución a corto plazo que, al quedar en el inconsciente (o la conciencia biológica), quedo “pegada” a mi ser. Imagina una creencia tuya, alguna de la infancia, que te hacía sentir bien y reconfortado, y que al crecer te diste cuenta que era una “bobería de niños” y ya no la utilizaste nunca más. (Por ejemplo la creencia en Santa, Papá Noel o el Viejo Pascuero). Tu cuerpo no tiene conciencia de tiempo y espacio, solo existe en el ahora, por lo tanto no comprende que creciste, que tu mente maduró, que las cosas de antes caducan, que hay cosas que en algún momento fueron necesarias pero ya no más.

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Si bien, este concepto aplica para todos los síntomas, todas las enfermedades, se ve multiplicado y exagerado a la hora de la obesidad, y voy a contarte por qué.

Quiero que veas, a partir de ahora, a la grasa corporal como una defensa física. La función orgánica de la grasa es la de servir de barrera contra alguna agresión exterior que puedas sufrir, una barrera que protege a órganos y células más vulnerables, que no tienen como defenderse de estas agresiones. Es decir, un chaleco anti-balas natural, que tu cuerpo crea para resistir golpes, agresiones de todo tipo, que vengan del exterior. En su utilización arcaica, es decir, animal, la grasa sirve para protegernos del clima (frío-calor), y también como reserva de energía (como los osos, que engordan para pasar el invierno). Siempre es más común que las mujeres tengan una mayor acumulación de grasa, ya que ellas llevan impresa en sus genes la función de nutrir a sus hijos.

Y ¿Por qué te cuento todo esto? Porque este es el lenguaje que tu cuerpo habla, el de la biología, y el cuerpo intenta aproximarse a la mente o el pensamiento, aunque solo comprende el lenguaje de lo biológico. Entonces, si te sientes indefenso, solo, desprotegido, etc., la solución que él puede brindarte (o brindarse) es la de generar grasa para protegerse. Vamos a hablar de esto en detalle, para que puedas compararlo con tus referencias de vida.

En el cuerpo tenemos un botón de pánico, que se activa y todo se torna en función de alerta, pero hay que comprender también que luego de activarse a nivel visceral, se activa a nivel psíquico, mental; claro que entre uno y otro solo hay cuestión de millonésimas de segundo. Para comprender mejor esto, piensa en las sensaciones y las emociones. ¿Qué tienes primero, la sensación de hambre en el estómago o el pensamiento de que tienes hambre? Seguramente tu respuesta es que primero está la sensación, tal como sucede con la sed, y con todas las necesidades que tenemos.

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El hígado es el responsable de la producción de proteínas, en base a los alimentos que consumimos; muchas de estas proteínas se transforman en grasa, en glucosa.

Los alimentos procesados por el estómago y enviados al hígado producen la glucosa, que es la energía de nuestras células; la glucosa es recogida por la insulina, quien la transporta a la sangre, para ser distribuida por las células. Si fabricamos una mayor cantidad de glucosa, también es necesaria una mayor cantidad de insulina para transportarla. Cuando existe este exceso de insulina y glucosa, el cuerpo convierte la glucosa en grasa, almacenando energía.

Regresemos ahora al botón de pánico del cuerpo: la glándula tiroides. Al sentirse el cuerpo en peligro, la tiroides envía una hormona que perciben las glándulas suprarrenales, quienes generan una cantidad de adrenalina que es volcada a la sangre. La función de la adrenalina es preparar al organismo para la defensa, huida o ataque: Incrementa la frecuencia cardíaca, contrae los vasos sanguíneos, dilata los conductos de aire, etc., y esto consume una gran cantidad de glucosa, recuerda que habíamos dicho que ésta es el combustible de nuestras células. Entonces decimos que el miedo, como emoción, es lo que la mente percibe que el cuerpo siente. Sentimos miedo y enseguida estamos en alerta, listos para defendernos, atacar o huir. Si yo siento mucho miedo, obligo a mi cuerpo a generar mucha más glucosa, para servir de combustible a la adrenalina. Pero ¿Qué pasa si el miedo es imaginario?

Haz la siguiente prueba: visualiza, imagina o siente, que estas cortando un limón en rodajas. Mientras lo cortas, ves como el líquido del limón sale y salta por todos lados. Ahora visualiza, imagina o siente, que te colocas en la boca una de estas rodajas de limón y la muerdes fuerte, y que el líquido del limón llena tu boca, tu lengua… por todas partes…

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Seguramente tuviste sensaciones al hacer esta visualización, pudo haber sido que se activó tu saliva, o sentiste asco, o ácido en la boca, etc. Esta es la manera más simple de demostrar que “nuestra mente no distingue entre real e imaginario”.

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A fines de aprendizaje, dividamos al ser en tres partes, para comprenderlo mejor: la P es el pensamiento, luego está lo Arcaico-Inconsciente y finalmente el cuerpo, las células.

La P (el pensamiento) está conectado a los 5 sentidos: vista, gusto, olfato, audición, tacto; mientras que el Arcaico-Inconsciente solo esta conectado a lo que el Pensamiento le dice, no tiene conexión con los 5 sentidos. El cuerpo, las células, reaccionan a lo que el Arcaico-Inconsciente le piden que haga. Por Ejemplo, el limón imaginario: El pensamiento imagina que hay una rodaja de limón en la boca, por lo que el Arcaico-Inconsciente cree que el limón está ahí (recordemos que no tiene acceso a los 5 sentidos, por lo que debe creer lo que el pensamiento le dice), entonces, el Arcaico-Inconsciente, que contiene todos nuestros programas, creencias, valores, referencias sobre como vivir, como reaccionar ante cada cosa que se presente en la vida, abre el programa de qué hacer cuando hay una rodaja de limón en la boca y le envía las instrucciones al cuerpo, a las células (emitir saliva, el asco, el sentir ácido, etc.), lo cual el cuerpo, que no posee una “voluntad” propia, sino que hace lo que se le indica, lleva a cabo.

Y… ¿Para qué sirve conocer esto? Si un limón imaginario provoca cambios biológicos en tu cuerpo, ¡imagina los cambios que puede provocar un miedo imaginario!

La Ansiedad, esa enemiga de todos. Si tengo ansiedad, significa que tengo la expectativa de que algo sea de una manera como yo lo espero, unido a la incertidumbre de no saber si se va a cumplir o no… entonces imagino historias y escenarios donde voy a hacer esto o aquello, donde va a suceder esto o aquello… casi siempre con finales feos, tengo miedo por lo que va a pasar (y lamentablemente ninguno de nosotros sabe que pasará en el futuro) por lo que todo esto es una ilusión, es mi imaginación; imagino que hago o me suceden cosas, ¡y es lo mismo que un limón imaginario! El Pensamiento le envía una imaginación, igual a la del limón, al Arcaico-Inconsciente y este cree que está sucediendo, ¡están sucediendo todas esas cosas terribles que pienso, que imagino! por lo que necesita de mucha energía para fabricar glucosa, entonces se genera la necesidad de alimento, de la materia prima para fabricarla, y es así que terminamos comiendo vorazmente, para luego darnos cuenta que no era necesaria tanta comida, lo que deviene en enojo, culpa y toda una ensalada de sentimientos y emociones. Pero la comida se transformó en glucosa, mucha comida en mucha glucosa, y este exceso de glucosa generó un exceso de insulina, y como toda esta glucosa e insulina no son necesarias, pasan a almacenarse, para cuando haga falta… pero ante el próximo ataque de miedo, ante la nueva llegada de ansiedad, no hay tiempo para tomar lo almacenado, ¡hay que generar glucosa ya!… y otra vez el círculo de la comida…

Engordamos a causa del miedo, entre otras cosas, a causa de generar enormes cantidades de energía que no son necesarias y quedan almacenadas. Este es el mecanismo, uno de ellos al menos, lo que te toca descubrir es ¿Cuáles son mis limones imaginarios?

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En el próximo artículo te contaré el mecanismo entre la soledad y la obesidad.

Que logres integrarlo y estés bien!

Lucas

http://revolucion-espiritual.com/